Huella de carbono digital: el impacto que no se ve
En 2021 se estima que se enviaron más de 300.000 millones de correos electrónicos diarios a nivel mundial. Una cifra que se prevé que llegue a aumentar un 17% hasta 2025. Y es que, claro, avanzamos hacia la digitalización, a menudo con la intención de ser más sostenibles. Pero, ¿es la digitalización sostenible tal y como la estamos realizando? ¿Es Internet un lugar inmaterial que no tiene impactos?
Enviar un sólo email genera entre 1 y 50 gramos de CO2 equivalente, según algunos expertos. Medir la huella de carbono digital nos ayuda a conocer la cantidad de gases de efecto invernadero que produce el uso de las Tecnologías de Información y las Comunicaciones (TIC). Y así, también nos ayuda a reducirla, y a compensarla cuando sea necesario.
¿Qué supone nuestra huella de carbono digital?
Según los cálculos de los expertos, la huella de carbono digital supone entre un 1,8% y un 2,8% de las emisiones totales de CO2 equivalente a la atmósfera. La digitalización de empresas y ciudades sigue en aumento, por lo que esta cifra sigue creciendo. Por supuesto, la digitalización puede ser una aliada para lograr la sostenibilidad y el bienestar. De ahí que sea una prioridad en los Fondos Europeos (Next Generation), y que en España dé lugar a ayudas como el kit digital. Sin embargo, debemos entender los impactos sobre la sostenibilidad que puede tener esta digitalización.
Nuestra actividad digital produce una contaminación invisible o silenciosa, pues pensamos que lo virtual no tiene implicaciones físicas, pero sí las tiene. Cada acción que realizamos online supone un consumo energético y emisiones de CO2. Servidores de datos, dispositivos para enviar y recibir la información… ¿qué tan sostenibles son? Todo ello es el soporte físico de la digitalización, y tiene sus impactos.
Internet: un país que consume el 7 % de la energía mundial.
Tal y como ocurre en nuestra vida cotidiana, cada acción que llevamos a cabo online tiene asociada también una huella ecológica. Y según un informe firmado por Greenpeace, el uso diario que hacemos de internet podría consumir hasta el 7% de la energía producida a nivel mundial.
El gasto energético digital proviene principalmente de los centros de datos que albergan toda la información de internet. La información que hay “en la nube” no es inmaterial, tiene un consumo de energía y agua. De acuerdo a los datos que presentó el Joint Research Centre, en 2020, los centros de datos fueron responsables de, aproximadamente, el 4% de la demanda eléctrica europea y del 5 % de las emisiones de gases de efecto invernadero, cantidad comparable a la que emite la industria de la aviación. Siguiendo la actual tendencia de digitalización, este dato podría aumentar en un 60% en los próximos 10 años.
Por ejemplo, un informe del State Grid Energy Research Institute de China señalaba que, en 2030, el consumo de electricidad del sector de centros de datos en China superará los 400.000 millones de kWh, lo que representará el 3,7 % del consumo total de electricidad del país. Una energía que, en el caso de China, proviene en un 73% de fuentes procedentes del carbón.
La huella hídrica de los centros de datos.
Además de energía, los centros de datos también son grandes consumidores de recursos naturales como el agua.
Para que los centros de datos funcionen bien, la temperatura debe estar entre los 18 °C y 27 °C. La humedad relativa debe estar entre el 20% y el 80%. Mantener estas condiciones conlleva una elevada huella hídrica.
Según el Data centre water consumption, sólo en EE.UU el consumo de agua en los centros de datos alcanza los 1.700 millones de litros al día, siendo el 57% agua potable. Además, en torno al 20% de los centros de datos en los Estados Unidos ya dependen de cuencas hidrográficas que están bajo estrés debido a la sequía y otros factores, según el IEEE.
¿Qué podemos hacer para reducir nuestra huella de carbono digital?
La huella de carbono digital de las empresas y organizaciones es la más relevante. Aún así, como ciudadanía también tenemos un papel importante en la sostenibilidad digital.
Un artículo publicado en Climática propone 10 consejos para reducir, como individuos, nuestra huella de carbono digital:
- Si estás reproduciendo un vídeo, y sólo quieres escuchar el audio y no verlo, es preferible utilizar aplicaciones solo de audio a aplicaciones de audio y vídeo.
- Guarda en los marcadores de tu navegador aquellas páginas que más visitas en lugar de buscarlas cada vez. Con cada búsqueda se cargan miles de resultados, lo que implica más energía.
- Conéctate a Internet por cable cuando estés en casa o la oficina. Consume menos energía que si utilizas la conexión wifi.
- Si estás fuera de casa, consumirás hasta 15 veces menos energía si pides acceso a la red wifi que si utilizas el 3G, 4G o 5G.
- Descarga contenidos en lugar de verlos por streaming.
- Evita las videollamadas: Desactivar la cámara en una videollamada puede reducir el impacto en un 60%.
- Limpia la bandeja de entrada de tu correo electrónico: Al eliminar 30 mensajes se pueden ahorrar 222 W, casi el equivalente a una bombilla de bajo consumo que se deja encendida durante un día.
- Desuscríbete de aquellas newsletters que ya no te interesen.
- Desactiva la reproducción automática de vídeos en tu navegador o en la configuración de tus redes sociales.
- Apaga el router por las noches o durante ausencias prolongadas.
Si eres empresa y te preocupa contribuir a una digitalización más sostenible, puedes consultar nuestros servicios de diseño de marca y diseño web sostenible: https://www.monnou.com/. En nuestro apartado Historias también hemos hablado de La web monnou: un caso de web sostenible.
También podemos, como empresas y como ciudadanía, optar por compensar nuestra huella de carbono digital. En esto nos pueden ayudar métodos como los de CO2mpensamos, que compensan en tiempo real apoyando a los países que ya se ven más afectados por el cambio climático. De esta forma, contribuyen no sólo a la reducción de la huella de carbono, sino también a la justicia climática.
Imágenes de Mo Eid.